1. Planificando la llegada.
Tener un hijo es un reto en muchos aspectos, incluido el económico. Para manejarlo mejor conviene hacer previsiones sobre los nuevos gastos.
La anticipación de la llegada de un bebé suele producir la gama más amplia de emociones posibles en el ser humano. La inmensa alegría puede ir acompañada de una buena dosis de ansiedad, preocupación e incluso miedo. No es para menos. Todo va a cambiar. La nueva responsabilidad es enorme. Y los gastos serán más de lo que puede imaginarse. ¿Cuánto cuesta un hijo?. Las cifras pueden asustar. Pero todo depende tambien del estilo de vida de cada uno.
Parece mentira que algo tan pequeño necesite tantas cosas. La lista es interminable. Querrán tener la mayoría de los artículos antes de la llegada de su hijo. Aunque no todos hacen falta en seguida, recuerde que después del nacimiento tendrá menos tiempo y energía para ir de compras.
Muchas cosas las regalan los amigos y familiares, así es que, haga una lista con lo cosa que necesita y, si tiene confianza, pida esos regalos. Hablen con amigos o familiares experimentados que hayan tenido hijos recientemente para que le orienten sobre todo lo que hace falta, los precios y los mejores sitios para comprarlos. También podrán ayudarle a estimar el importe de los gastos mensuales. No se olviden de comparar precios; internet es una gran ayuda. Y no descarten la opción de adquirir algunas cosas de segunda mano.
2. Revisr el presupuesto.
La llegada de un hijo tiene un importante impacto en las finanzas familiares. El presupuesto sigue siendo una herramienta imprescindible para organizar la economía de acuerdo con las nuevas circunstancias. Tener hijos significa replantearse la vida y el presupuesto.
Si todavía no han confeccionado un presupuesto familiar, pónganse a elaborar uno cuanto antes. Olvídense de la opción de vivir al día y corregir errores sobre la marcha, apretando más el cinturón al final de mes si hace falta. Ya no vale lo de “contigo pan y cebolla”. Deben controlar su situación financiera porque ahora hay alguien más que depende de ustedes. El presupuesto es la herramienta necesaria para gestionar el dinero de su familia y proteger así sus intereses futuros.
Si ya se someten a un presupuesto, pronto se darán cuenta de que va a cambiar de forma apreciable. Sean conscientes de que, si no tienen un incremento de ingresos, deberán ajustar su nivel de vida. No intenten seguir gastando lo mismo que antes en viajes, ropa, comidas fuera de casa y otros caprichos. Ahora es todavía más importante vivir dentro de sus posibilidades y ahorrar siempre un porcentaje de sus ingresos. No hace falta elaborar un nuevo presupuesto desde cero, pero hay que pensar en cómo van a cambiar, de ahora en adelante, algunos gastos.
- Gastos de hogar: ¿Hará falta alquilar o comprar una casa más grande? ¿Cambiar de barrio para tener acceso a mejores escuelas? Incluso si se quedan en la misma vivienda, seguramente aumentarán los gastos de agua, luz, gas, teléfono, limpieza y mantenimiento. Hay que acondicionar y amueblar las habitaciones de los hijos, cuyos gustos y necesidades cambiarán cada cierto tiempo.
- Alimentación: Tendrá que pagar más en comida, tanto lo que se gasta en el mercado o supermercado, como en restaurantes y comedores de colegio.
- Transporte: ¿Hará falta un coche más grande o más seguro? Todos los viajes al colegio o guardería, al médico, a las casas de los amigos, las excursiones, etc. suponen mayor consumo de gasolina. ¿Hay que pagar un transporte escolar?
- Ropa: Pañales sí, y muchos, pero también camisas, pantalones, vestidos, trajes, zapatos, uniformes, tintorería y arreglos.
- Gastos médicos: Todos aquellos no cubiertos por la Seguridad Social. Desde tiritas y medicamentos de botiquín, hasta pólizas de seguros. Si tienen un seguro de salud o sociedad privada aumentarán las primas.
- Guardería, colegios, escuelas: El importe a pagar cambia radicalmente entre escuelas públicas y privadas, pero aparte de la matrícula, siempre quedan gastos como material escolar, libros, viajes fin de curso, clases extraescolares o particulares... También hay que estimar el coste de una persona que atienda a su hijo si los dos trabajan, o de un canguro si usted y su pareja quieren salir solos alguna vez.
- Educación superior: Universidad, másters, cursos especializados, colegios mayores, estudios en el extranjero… Debe plantearse constituir un fondo para la educación de su hijo, es la mejor inversión que puede hacer para él.
- Ocio y otros: Juguetes, libros y revistas, DVD, cine, video juegos, material deportivo, ordenadores, teléfonos móviles, etc.
Como padres, hay que sustituir la cultura de consumo por una cultura de ahorro. Cuidado con las compras impulsivas y las deudas. Hay una industria enorme dedicada a productos y servicios carísimos para bebés y niños, y, como padres, se van a sentir presionados a “darles lo mejor”. Incluso las personas más ahorradoras y racionales pueden sufrir trastornos de personalidad al contemplar a sus niños. Todos queremos lo mejor para ellos, pero sin un poco de cuidado y autocontrol es muy fácil que nos metamos en una espiral de consumo y endeudamiento que no hace más que comprometer las oportunidades de futuro de nuestros pequeños.
Eviten siempre si pueden recurrir a préstamos y créditos de consumo, sobre todo para pagar cosas como vacaciones, comuniones y otros gastos no necesarios. El pago de deudas con sus correspondientes intereses representa nuevos gastos fijos todos los meses, lo que complica todavía más el presupuesto. Incluso si consigue créditos sin intereses, significa que está gastando hoy los ingresos de mañana. Si tienen deudas actualmente por préstamos o créditos de consumo, márquense objetivos de pagos para eliminarlas cuanto antes, sobre todo los saldos pendientes de las tarjetas de crédito. Ahora es más importante que nunca tener un fondo de emergencia para cubrir imprevistos y destinar parte de los ingresos mensuales al ahorro e inversión para lograr objetivos financieros a largo plazo.
¿Durante cuántos años tendrán que responsabilizarse económicamente de sus hijos? Eso dependerá en gran parte de la educación financiera que ustedes, como padres, les den. Si educan a sus hijos para que sean ahorradores, buenos inversores y consumidores inteligentes, ellos tendrán los fundamentos para tomar buenas decisiones financieras y alcanzarán antes la independencia económica.
3. Asegurando el futuro de su hijo
¿Ha pensado en ahorrar para la educación de su hijo? Valore las opciones disponibles para ofrecer a su hijo las oportunidades que desea, aún en el caso de que sucediera algún contratiempo.
Como padres, tienen la obligación de asegurar que su hijo tenga todas las oportunidades posibles en su vida, pase lo que pase. Para ello es fundamental, por un lado, incluir su educación como objetivo financiero a largo plazo, y por otro lado, cubrir posibles contingencias catastróficas mediante pólizas de seguros.
Ahorrar para la educación de su hijo es invertir en su futuro. Existen en el mercado productos financieros diseñados especialmente para este fin. Un plan de ahorro-estudios es un mecanismo para constituir a largo plazo, mediante aportaciones periódicas de pequeña cuantía, un capital cuya finalidad va asociada a las necesidades de educación, formación o primer negocio de los hijos.
Un seguro devida tambien es importante porque protege a su hijo en caso de fallecimiento de ambos padres, pero también cubre a su pareja contra la carga financiera de tener que criar a un hijo por sí sola. Si ya tiene un seguro de vida, debe revisar las coberturas en anticipación de sus nuevas responsabilidades. Si sólo está asegurado usted o su pareja, consideren la necesidad de asegurar a los dos. Si cualquiera de los dos falleciera o quedara incapacitado, el otro, aunque tuviera ingresos, tendría que hacer frente a gastos adicionales para poder cuidar debidamente de su hijo y salir adelante.
Los seguros de accidentes suelen resultar más económicos que los seguros de vida y cubren el asegurado con un capital determinado, en caso de invalidez temporal o permanente o de fallecimiento provocado por un accidente.
4. ¿Mi familia o mi trabajo?
No todo el mundo puede conciliar la vida laboral y la familiar como quisiera. Se trata de una decisión muy personal en la que hay que considerar distintos factores.
Una de las decisiones más difíciles para los padres es si uno de los dos debería quedarse en casa para cuidar a su hijo en vez de trabajar fuera. Esta es una decisión muy personal, con implicaciones económicas y emocionales. Las dos alternativas tienen claras ventajas e inconvenientes a considerar.
¿Será suficiente un sueldo?
Evidentemente, la pérdida de ingresos es el primer inconveniente de quedarse en casa. ¿Sería posible, con un solo sueldo, pagar las obligaciones fijas mensuales, mantener un estilo de vida aceptable y ahorrar? No olviden de que ahora, más que nunca, es imprescindible destinar siempre una parte de los ingresos al ahorro, para acumular un fondo de emergencia y para planificar el futuro.
Otra vez, volvemos al presupuesto. Miren bien los gastos discrecionales. ¿Podrían reducirse o eliminarse suficientes como para compensar la pérdida de ingresos y los nuevos gastos relacionados con el niño? ¿Están los dos padres dispuestos a eliminarlos?
Antes de decidir, ténganse en cuenta que si uno deja de trabajar, ahorrará una serie de gastos relacionados: gasolina o transporte, comidas fuera de casa, ropa... Tendrá más tiempo para hacer la compra y cocinar en casa, ahorrando así en comidas preparadas o restaurantes. Y no hay que olvidar los costes de cuidar a su hijo. Si los dos trabajan, tendrán que hacer un desembolso mensual importante para pagar una guardería o cuidadora, gasto que no tendrán si se queda uno en casa.
Mucha gente encuentra que continuar trabajando no compensa económicamente. Otras ven claramente que no existe la opción de dejar de trabajar. Para el bien de sus hijos, ¿qué es más importante? ¿Pasar más tiempo con ellos u ofrecerles mayores oportunidades? La decisión no es fácil. Hagan bien las cuentas y tómenla en pareja, respetando los dos puntos de vista si estos no coinciden.
¿Será posible incorporarse después?
Muchas personas prefieren tomar un tiempo de excedencia, cuidar y disfrutar de sus hijos mientras estos sean pequeños y luego volver a incorporarse a la vida laboral. Si tiene usted posibilidad de pedir una excedencia, esta puede ser una buena opción, pero para otros muchos empleados es mucho más arriesgado. Nadie puede prever las dificultades que encontrará cuando dentro de un tiempo quiera incorporarse al mercado de trabajo. Los avances tecnológicos y los avatares de la economía general del país provocan cambios constantes en los perfiles y competencias profesionales demandadas. Tenga en cuenta que si encuentra trabajo es posible que tenga que empezar desde cero, tanto en responsabilidades como en salario.
Por último, no deje de considerar el impacto económico que sufriría en caso de separación, divorcio o fallecimiento de su pareja, si no dispone de ingresos propios.
Tener un hijo es un reto en muchos aspectos, incluido el económico. Para manejarlo mejor conviene hacer previsiones sobre los nuevos gastos.
La anticipación de la llegada de un bebé suele producir la gama más amplia de emociones posibles en el ser humano. La inmensa alegría puede ir acompañada de una buena dosis de ansiedad, preocupación e incluso miedo. No es para menos. Todo va a cambiar. La nueva responsabilidad es enorme. Y los gastos serán más de lo que puede imaginarse. ¿Cuánto cuesta un hijo?. Las cifras pueden asustar. Pero todo depende tambien del estilo de vida de cada uno.
Parece mentira que algo tan pequeño necesite tantas cosas. La lista es interminable. Querrán tener la mayoría de los artículos antes de la llegada de su hijo. Aunque no todos hacen falta en seguida, recuerde que después del nacimiento tendrá menos tiempo y energía para ir de compras.
Muchas cosas las regalan los amigos y familiares, así es que, haga una lista con lo cosa que necesita y, si tiene confianza, pida esos regalos. Hablen con amigos o familiares experimentados que hayan tenido hijos recientemente para que le orienten sobre todo lo que hace falta, los precios y los mejores sitios para comprarlos. También podrán ayudarle a estimar el importe de los gastos mensuales. No se olviden de comparar precios; internet es una gran ayuda. Y no descarten la opción de adquirir algunas cosas de segunda mano.
2. Revisr el presupuesto.
La llegada de un hijo tiene un importante impacto en las finanzas familiares. El presupuesto sigue siendo una herramienta imprescindible para organizar la economía de acuerdo con las nuevas circunstancias. Tener hijos significa replantearse la vida y el presupuesto.
Si todavía no han confeccionado un presupuesto familiar, pónganse a elaborar uno cuanto antes. Olvídense de la opción de vivir al día y corregir errores sobre la marcha, apretando más el cinturón al final de mes si hace falta. Ya no vale lo de “contigo pan y cebolla”. Deben controlar su situación financiera porque ahora hay alguien más que depende de ustedes. El presupuesto es la herramienta necesaria para gestionar el dinero de su familia y proteger así sus intereses futuros.
Si ya se someten a un presupuesto, pronto se darán cuenta de que va a cambiar de forma apreciable. Sean conscientes de que, si no tienen un incremento de ingresos, deberán ajustar su nivel de vida. No intenten seguir gastando lo mismo que antes en viajes, ropa, comidas fuera de casa y otros caprichos. Ahora es todavía más importante vivir dentro de sus posibilidades y ahorrar siempre un porcentaje de sus ingresos. No hace falta elaborar un nuevo presupuesto desde cero, pero hay que pensar en cómo van a cambiar, de ahora en adelante, algunos gastos.
- Gastos de hogar: ¿Hará falta alquilar o comprar una casa más grande? ¿Cambiar de barrio para tener acceso a mejores escuelas? Incluso si se quedan en la misma vivienda, seguramente aumentarán los gastos de agua, luz, gas, teléfono, limpieza y mantenimiento. Hay que acondicionar y amueblar las habitaciones de los hijos, cuyos gustos y necesidades cambiarán cada cierto tiempo.
- Alimentación: Tendrá que pagar más en comida, tanto lo que se gasta en el mercado o supermercado, como en restaurantes y comedores de colegio.
- Transporte: ¿Hará falta un coche más grande o más seguro? Todos los viajes al colegio o guardería, al médico, a las casas de los amigos, las excursiones, etc. suponen mayor consumo de gasolina. ¿Hay que pagar un transporte escolar?
- Ropa: Pañales sí, y muchos, pero también camisas, pantalones, vestidos, trajes, zapatos, uniformes, tintorería y arreglos.
- Gastos médicos: Todos aquellos no cubiertos por la Seguridad Social. Desde tiritas y medicamentos de botiquín, hasta pólizas de seguros. Si tienen un seguro de salud o sociedad privada aumentarán las primas.
- Guardería, colegios, escuelas: El importe a pagar cambia radicalmente entre escuelas públicas y privadas, pero aparte de la matrícula, siempre quedan gastos como material escolar, libros, viajes fin de curso, clases extraescolares o particulares... También hay que estimar el coste de una persona que atienda a su hijo si los dos trabajan, o de un canguro si usted y su pareja quieren salir solos alguna vez.
- Educación superior: Universidad, másters, cursos especializados, colegios mayores, estudios en el extranjero… Debe plantearse constituir un fondo para la educación de su hijo, es la mejor inversión que puede hacer para él.
- Ocio y otros: Juguetes, libros y revistas, DVD, cine, video juegos, material deportivo, ordenadores, teléfonos móviles, etc.
Como padres, hay que sustituir la cultura de consumo por una cultura de ahorro. Cuidado con las compras impulsivas y las deudas. Hay una industria enorme dedicada a productos y servicios carísimos para bebés y niños, y, como padres, se van a sentir presionados a “darles lo mejor”. Incluso las personas más ahorradoras y racionales pueden sufrir trastornos de personalidad al contemplar a sus niños. Todos queremos lo mejor para ellos, pero sin un poco de cuidado y autocontrol es muy fácil que nos metamos en una espiral de consumo y endeudamiento que no hace más que comprometer las oportunidades de futuro de nuestros pequeños.
Eviten siempre si pueden recurrir a préstamos y créditos de consumo, sobre todo para pagar cosas como vacaciones, comuniones y otros gastos no necesarios. El pago de deudas con sus correspondientes intereses representa nuevos gastos fijos todos los meses, lo que complica todavía más el presupuesto. Incluso si consigue créditos sin intereses, significa que está gastando hoy los ingresos de mañana. Si tienen deudas actualmente por préstamos o créditos de consumo, márquense objetivos de pagos para eliminarlas cuanto antes, sobre todo los saldos pendientes de las tarjetas de crédito. Ahora es más importante que nunca tener un fondo de emergencia para cubrir imprevistos y destinar parte de los ingresos mensuales al ahorro e inversión para lograr objetivos financieros a largo plazo.
¿Durante cuántos años tendrán que responsabilizarse económicamente de sus hijos? Eso dependerá en gran parte de la educación financiera que ustedes, como padres, les den. Si educan a sus hijos para que sean ahorradores, buenos inversores y consumidores inteligentes, ellos tendrán los fundamentos para tomar buenas decisiones financieras y alcanzarán antes la independencia económica.
3. Asegurando el futuro de su hijo
¿Ha pensado en ahorrar para la educación de su hijo? Valore las opciones disponibles para ofrecer a su hijo las oportunidades que desea, aún en el caso de que sucediera algún contratiempo.
Como padres, tienen la obligación de asegurar que su hijo tenga todas las oportunidades posibles en su vida, pase lo que pase. Para ello es fundamental, por un lado, incluir su educación como objetivo financiero a largo plazo, y por otro lado, cubrir posibles contingencias catastróficas mediante pólizas de seguros.
Ahorrar para la educación de su hijo es invertir en su futuro. Existen en el mercado productos financieros diseñados especialmente para este fin. Un plan de ahorro-estudios es un mecanismo para constituir a largo plazo, mediante aportaciones periódicas de pequeña cuantía, un capital cuya finalidad va asociada a las necesidades de educación, formación o primer negocio de los hijos.
Un seguro devida tambien es importante porque protege a su hijo en caso de fallecimiento de ambos padres, pero también cubre a su pareja contra la carga financiera de tener que criar a un hijo por sí sola. Si ya tiene un seguro de vida, debe revisar las coberturas en anticipación de sus nuevas responsabilidades. Si sólo está asegurado usted o su pareja, consideren la necesidad de asegurar a los dos. Si cualquiera de los dos falleciera o quedara incapacitado, el otro, aunque tuviera ingresos, tendría que hacer frente a gastos adicionales para poder cuidar debidamente de su hijo y salir adelante.
Los seguros de accidentes suelen resultar más económicos que los seguros de vida y cubren el asegurado con un capital determinado, en caso de invalidez temporal o permanente o de fallecimiento provocado por un accidente.
4. ¿Mi familia o mi trabajo?
No todo el mundo puede conciliar la vida laboral y la familiar como quisiera. Se trata de una decisión muy personal en la que hay que considerar distintos factores.
Una de las decisiones más difíciles para los padres es si uno de los dos debería quedarse en casa para cuidar a su hijo en vez de trabajar fuera. Esta es una decisión muy personal, con implicaciones económicas y emocionales. Las dos alternativas tienen claras ventajas e inconvenientes a considerar.
¿Será suficiente un sueldo?
Evidentemente, la pérdida de ingresos es el primer inconveniente de quedarse en casa. ¿Sería posible, con un solo sueldo, pagar las obligaciones fijas mensuales, mantener un estilo de vida aceptable y ahorrar? No olviden de que ahora, más que nunca, es imprescindible destinar siempre una parte de los ingresos al ahorro, para acumular un fondo de emergencia y para planificar el futuro.
Otra vez, volvemos al presupuesto. Miren bien los gastos discrecionales. ¿Podrían reducirse o eliminarse suficientes como para compensar la pérdida de ingresos y los nuevos gastos relacionados con el niño? ¿Están los dos padres dispuestos a eliminarlos?
Antes de decidir, ténganse en cuenta que si uno deja de trabajar, ahorrará una serie de gastos relacionados: gasolina o transporte, comidas fuera de casa, ropa... Tendrá más tiempo para hacer la compra y cocinar en casa, ahorrando así en comidas preparadas o restaurantes. Y no hay que olvidar los costes de cuidar a su hijo. Si los dos trabajan, tendrán que hacer un desembolso mensual importante para pagar una guardería o cuidadora, gasto que no tendrán si se queda uno en casa.
Mucha gente encuentra que continuar trabajando no compensa económicamente. Otras ven claramente que no existe la opción de dejar de trabajar. Para el bien de sus hijos, ¿qué es más importante? ¿Pasar más tiempo con ellos u ofrecerles mayores oportunidades? La decisión no es fácil. Hagan bien las cuentas y tómenla en pareja, respetando los dos puntos de vista si estos no coinciden.
¿Será posible incorporarse después?
Muchas personas prefieren tomar un tiempo de excedencia, cuidar y disfrutar de sus hijos mientras estos sean pequeños y luego volver a incorporarse a la vida laboral. Si tiene usted posibilidad de pedir una excedencia, esta puede ser una buena opción, pero para otros muchos empleados es mucho más arriesgado. Nadie puede prever las dificultades que encontrará cuando dentro de un tiempo quiera incorporarse al mercado de trabajo. Los avances tecnológicos y los avatares de la economía general del país provocan cambios constantes en los perfiles y competencias profesionales demandadas. Tenga en cuenta que si encuentra trabajo es posible que tenga que empezar desde cero, tanto en responsabilidades como en salario.
Por último, no deje de considerar el impacto económico que sufriría en caso de separación, divorcio o fallecimiento de su pareja, si no dispone de ingresos propios.