1. Comprueben su compatibilidad financiera.
La comunicación abierta es fundamental para una relación de pareja feliz, e incluye poder hablar de "cosas de dinero". ¿Es usted compatible con su pareja, desde el punto de vista financiero?
La clave de éxito para cualquier relación es la comunicación abierta y honesta y el respeto mutuo. Por desgracia, muchas parejas evitan hablar francamente de “cosas de dinero” porque les parece que implica una falta de afecto. Pero tengan en cuenta que los problemas económicos están entre las principales causas de separación y divorcio.
2. Antes de dar el paso.
La vida en pareja normalmente obliga a un reajuste de la economía doméstica. Por eso conviene determinar desde el principio qué prioridad van a tener los objetivos financieros comunes. Si se van a casar, ¿qué presupuesto tendrá la boda? ¿Cómo van a financiarla?. Es importante ponerse de acuerdo sobre objetivos financieros comunes
Una pareja formada por dos personas de distintos gustos, religiones o ideas políticas puede ser feliz. Los opuestos se atraen. Pero conviene ser conscientes de estas diferencias antes de comprometerse, para dar el gran paso con conocimiento de causa. De la misma forma, es necesario conocer las actitudes de su pareja en cuestiones de dinero y sus objetivos a corto, medio y largo plazo.
No tienen necesariamente que coincidir todas sus filosofías económicas, pero si se descubre más adelante que uno de los miembros de la pareja desea comprar una casa y formar familia cuanto antes, mientras que el sueño del otro es ahorrar para poder dar la vuelta al mundo, alguien se va a llevar un disgusto. Las cosas serán más fáciles si se decide, como pareja, qué prioridad van a tener ciertos objetivos comunes, como los que se listan a continuación, y se llega a un acuerdo sobre cómo planificar el ahorro e inversión para conseguirlos.
- La adquisición o rehabilitación de una vivienda
- El fondo de emergencia
- La compra de coche
- Tener familia
- Empezar un negocio
- Volver a los estudios o continuarlos
- La jubilación
- El cuidado de parientes mayores
Esto es especialmente importante para aquellas personas que llevan tiempo trabajando y administrando sus finanzas de forma independiente antes de iniciar una vida en común. Les puede costar más adaptarse a la idea de sacrificar objetivos personales por objetivos comunes.
Establecer y priorizar en pareja los objetivos financieros les dará una visión del estilo de vida que van a llevar. Dentro de lo posible, procuren cuantificar cada objetivo. Por ejemplo, si quieren comprar una casa dentro de cinco años, calculen cuánto habrá que ahorrar cada mes para pagar la entrada y decidan dónde se va a depositar ese dinero.
3. Las capitulaciones matrimoniales
El regimen económico del matrimonio regula los derechos y obligaciones de cada uno de los cónyuges en relación con los bienes de que dispone la pareja. Porque aunque pueda parecer poco romántico, el matrimonio supone un nuevo contrato económico legal con consecuencias judiciales. Se entiende por régimen económico matrimonial el conjunto de normas legales que delimitan los intereses, derechos y obligaciones monetarios de los cónyuges.
En el régimen de gananciales, todas las ganancias y beneficios obtenidos por cualquiera de los cónyuges, pasan a formar parte de un fondo o sociedad común, propiedad de ambos por partes iguales. Este fondo deber ser administrado conjuntamente y en igualdad por los dos y servir para hacer frente a todos los gastos familiares. Hace falta el consentimiento de ambos cónyuges para vender bienes gananciales, pero también para gestionar y administrarlos. Esto incluye las inversiones y cuentas bancarias, aunque se permite que uno de los cónyuges realice gastos urgentes o de necesidad. Es importante tener en cuenta que las deudas contraídas por un miembro de la pareja serán responsabilidad de los dos, aún en el caso de poseer cuentas separadas.
No obstante, pueden coexistir, y es muy frecuente que así sea, en un mismo matrimonio, bienes gananciales con otros bienes privativos de cada cónyuge. Tienen este carácter privativo, básicamente, los bienes adquiridos por cada uno antes de contraer matrimonio y los adquiridos después a título gratuito (herencia o donación). También son privativos los bienes adquiridos durante el matrimonio en sustitución de otros que tuvieran el mismo carácter.
Conviene que cada miembro de la pareja conozca las implicaciones de cada régimen económico y se deje asesorar antes de pactar las capitulaciones matrimoniales. Como en tantos otros aspectos de la vida en pareja, la comunicación es clave.
4. Vida en común: cómo organizar las cuentas de casa.
Aunque se trata de una responsabilidad conjunta, conviene determinar quién y cómo se va a ocupar del día a día de las finanzas de la pareja.
Normalmente las parejas reparten las labores domésticas de alguna manera, explícita o implícitamente (aunque, por desgracia, no siempre de forma equitativa). De la misma forma que deciden quién se ocupa de hacer la comida, ir de compras y sacar la basura, se puede llegar a un acuerdo sobre quién se ocupa del seguimiento de las inversiones o de revisar las cuentas bancarias, hacer las transferencias, pagar las facturas, etc.
Igual que para las otras obligaciones domésticas, estos roles no tienen por qué ser exclusivos de nadie ni repartidos de una forma concreta. No conviene que sean responsabilidad de uno solo. Aunque uno de los dos sea más “experto” o “experta” en temas financieros, la otra persona debe, como mínimo, estar al corriente de la situación económica y comprender las consecuencias de las decisiones que se toman. Lo importante es acordar, por lo menos a grandes rasgos, cómo se va a manejar el dinero en la nueva vida en común y poner en práctica algún sistema para asegurarse el cumplimiento de tareas importantes, como por ejemplo cerciorarse de que existe suficiente saldo en las cuentas para atender los recibos domiciliados.
Las parejas no casadas deben evaluar la conveniencia de disponer, además, de poderes para actuar uno en nombre del otro en caso de incapacidad temporal.
Con un poco de suerte, los dos ya tienen experiencia gestionando un presupuesto personal de forma individual. Si no es así, es el momento de empezar. Consulten juntos el bloque “Cómo llegar a fin de mes”. Ese presupuesto personal ahora se convierte en presupuesto familiar. Hace falta revisar ingresos y obligaciones comunes y establecer, entre los dos, un nuevo plan de gastos y una nueva estrategia de ahorro.
Recuerden las reglas básicas:
- Siempre, siempre, siempre gastar menos de lo que se ingresa
- Dedicar un esfuerzo extra a rebajar o eliminar deudas, sobre todo las de alto interés que no dan derecho a beneficios fiscales.
- En cuanto estén las deudas bajo control, convertir el ahorro en parte de sus vidas. Destinen siempre un porcentaje de sus ingresos al ahorro-inversión todos los meses:
1. A un fondo de emergencias para cubrir imprevistos
2. A los otros objetivos financieros a corto y largo plazo
Nunca es pronto para empezar a planificar la jubilación. Sea cual sea su edad, debe figurar entre sus objetivos prioritarios.
5. Necesidades de financiación
El endeudamiento puede ser necesario cuando se trata de abordar objetivos financieros particularmente importantes; seleccionen con atención en qué casos merece la pena recurrir al crédito.
Al repasar su lista de objetivos, no caiga en la tentación de conseguirlos por la vía rápida mediante préstamos o créditos. El endeudamiento es el enemigo número uno de la consecución de objetivos financieros y de la seguridad económica.
Como excepción, la financiación ajena sí puede ser recomendable, en caso de necesidad, para los siguientes conceptos, que pueden considerarse inversiones:
- Adquirir una vivienda, mediante un préstamo hipotecario con deducciones fiscales.
- Adquirir otros inmuebles como inversión, también mediante préstamo hipotecario, pero sin derecho a deducción. Hay que hacer bien las cuentas, consultar el presupuesto y conocer el mercado inmobiliario de la zona.
- Realizar reformas en la vivienda que la revaloricen. Las reformas que más incrementan su valor son mejoras en los cuartos de baño y cocina. Muchas parejas jóvenes se endeudan más de la cuenta con la ilusión de arreglar su primera casa. No todas las reformas, sin embargo, redundan en una revalorización, y a no ser que piensan quedarse toda la vida en la misma casa puede no merecer la pena. El precio de mercado tiene mucho que ver con su ubicación (ciudad, barrio y calle). Será muy difícil vender la casa en el futuro a un precio superior en un 15-20% que el de las viviendas del entorno con tamaños parecidos, por mucho dinero que gasten en reformas.
- Empezar un negocio, comprar maquinaria y otros inmovilizados para expandir un negocio o invertir en el negocio de otros. Esto normalmente se hace mediante préstamos personales y líneas de crédito. Existen préstamos específicos con condiciones especiales para este tipo de inversión, como los del Plan Avanza 2, y líneas de apoyo a la empresa del Instituto de Crédito Oficial (ICO).
- La educación, tanto la suya, la de su pareja y la de sus hijos. Puede que se trate de la mejor inversión que existe. Las entidades de crédito ofrecen préstamos específicos para financiar los estudios. Suelen tener un tipo de interés sensiblemente inferior a otros préstamos de consumo.
- En cuanto al coche, no es que sea una inversión, ya que pierde valor en cuanto se compra, pero sí es una necesidad que normalmente requiere financiación ajena. (Dedicamos una sección entera a la adquisición de vehículos).
Todo lo demás (muebles, electrodomésticos, viajes) se consideran bienes y servicios de consumo y se normalmente se financian con préstamos personales o créditos de consumo, aunque para ciertas adquisiciones algunos comercios ofrecen aplazamientos de pagos sin intereses.
Antes de contratar un préstamo personal es importantísimo calcular bien la cuota a pagar y asegurarse de que encaja en su presupuesto sin causar dificultades. Siempre que sea posible, intente ahorrar para estas adquisiciones en vez de utilizar crédito.
6. Oportunidades de ahorro e inversión
Las circunstancias económicas de una nueva pareja pueden ser muy variadas. En ocasiones ya se parte con un cierto respaldo financiero por una o las dos partes, por lo que pueden plantearse nuevas opciones para el ahorro y la inversión.
El inicio de la vida en común es una etapa marcada por una capacidad de ahorro muy ajustada o incluso negativa. Hoy no es necesariamente así. Las personas se casan más tarde, por lo que suelen llevar unos años trabajando. Muchos llevan varios años cobrando un sueldo, pero sin salir de casa de los padres, y han aprovechado para acumular unos ahorros. Otras parejas llevan tiempo viviendo juntas y ya tienen los muebles y la casa equipada. Algunos incluso poseen en propiedad su residencia (aunque con hipoteca) cuando llega el enlace. Y la mayoría cuenta con dos salarios.
En esta etapa de la vida debe ser prioritario el ahorro y la inversión. Sea cual sea su situación, el ahorro ha de figurar en su presupuesto familiar, siempre dentro de sus posibilidades. Ya hemos repetido (y seguiremos repitiendo) que hay que adquirir el hábito de tratar el ahorro como otra obligación fija más, todos los meses. Y recuerden que ahora puede parecer difícil, pero lo será infinitamente más cuando lleguen los hijos. Mejor, aproveche este momento.
La capacidad de ahorro está directamente ligada a la reducción de las deudas. Cuando elimine una, procure siempre destinar ese dinero al ahorro. Así consigue un efecto doble. En vez de trabajar usted para pagar intereses al banco, su dinero estará trabajando, generando intereses a su favor.
Veamos brevemente distintas modalidades de ahorro-inversión. No se trata de una clasificación técnica ni oficial, pero puede ser tan válida como otra.
Ahorro reserva: Este ahorro es su primera línea de liquidez. Es decir, dinero disponible para el día a día, para los imprevistos y para los objetivos a corto y medio plazo.
Debe figurar entre sus objetivos acumular un fondo de emergencia suficiente para cubrir entre tres y seis meses de gastos. Tratándose de una cantidad importante que sólo hay que tocar en caso de apuro, es de sentido común colocar este fondo en una cuenta remunerada, fondo monetario u otro producto que permita sacar un poco de rentabilidad sin perder liquidez.
Ahorro finalista con productos específicos: La cuenta vivienda es un producto con el fin específico de ahorrar la entrada para poder comprar la primera vivienda habitual. Comentamos con más detalle este producto en la sección “Comprando una casa”.
Algunos matrimonios empiezan a ahorrar para pagar los estudios de sus hijos antes de que estos nazcan para aprovechar los intereses compuestos y el factor tiempo. Hay varios productos de ahorro-estudios en el mercado diseñados para este fin específico. Pueden tomar forma de depósito, de seguro o de fondo de inversión.
Otro ahorro finalista a largo plazo: Para conseguir otros objetivos a largo plazo, suele ser recomendable combinar depósitos bancarios y otros productos seguros con inversiones que tengan rentabilidades potenciales más altas, como bonos, acciones o fondos de inversión. En general, cuantos más años tiene para invertir, más riesgo puede correr, porque tendrá más posibilidad para aguantar períodos bajistas y para recuperar posibles pérdidas.
Ahorro previsión: Ahorrar para la jubilación debe figurar entre los objetivos financieros de todo el mundo, sea cual sea su edad. Cuanto antes se empiece, mejor. Dedicamos una sección entera a estrategias y productos para planificar la jubilación.
7. Nuevas responsabilidades: Los seguros
El inicio de una vida en común puede implicar muchos cambios: nueva vivienda, otras personas por las que preocuparse... Revise sus pólizas de seguro para asegurarse de que las coberturas se corresponden con sus actuales circunstancias.
La vida en pareja implica el compromiso mutuo de cuidar el uno del otro. Acumular un fondo de emergencia es fundamental para afrontar gastos imprevistos y resulta imprescindible en caso de una pérdida temporal de ingresos. Pero ahora tiene la responsabilidad de proteger económicamente a su pareja contra posibles acontecimientos catastróficos. La cobertura adecuada de este tipo de avatares sólo es posible mediante contratos de seguros.
Puede que las pólizas de seguros suscritas antes de vivir en pareja ya no cubran sus necesidades actuales. Puede que antes no tuviera un seguro de vida, pero ahora existe una interdependencia financiera, al margen de la situación legal de la pareja o del régimen económico que hayan elegido para el matrimonio. Piense en qué le pasaría al otro si uno de los dos falleciera, quedara incapacitado o padeciera una enfermedad grave y necesitara cuidados especializados. ¿Podría afrontar los gastos y seguir adelante? La tranquilidad de saber que tanto uno mismo como su pareja gozan de cierta seguridad económica en caso de imprevistos graves contribuye a reforzar la confianza y el respeto mutuos, tan importantes para una relación feliz, además de evitar muchas angustias y noches sin dormir.
Si ya tenían seguros de vida, revisen las coberturas y cerciórense de que figuran como beneficiarios las personas que realmente desea proteger. Lo mismo para los seguros de salud y accidentes, así como para los planes de pensiones y productos similares.
En cuanto al seguro de hogar, compruebe bien las coberturas y si se aplican tanto al continente (el edificio) como el contenido (muebles y otras posesiones personales). Piense en todas las coberturas que podría necesitar: daños por agua o incendio, robo, daños estéticos, asistencia en el hogar (reparaciones urgentes, etc.), responsabilidad civil, defensa jurídica, etc. Lo importante para los seguros es tener la cobertura adecuada: ni corta ni inadecuada por excesiva, con lo que se encarece innecesariamente.
8. Juntos pero no revueltos
Aunque se viva en pareja, y las principales decisiones financieras se orienten hacia el logro de objetivos comunes, siempre conviene mantener cierto espacio propio para las finanzas personales de cada uno.
Aunque haya optado por compartir su vida con otra persona, es recomendable que cada uno mantenga cierto grado de independencia para gestionar sus finanzas personales. Esto es aplicable sea cual sea el régimen económico elegido.
Una decisión a tomar es hasta qué punto unir o mantener separadas las cuentas bancarias. Un arreglo que puede dar buen resultado es distinguir entre "lo nuestro", "lo tuyo" y "lo mío".
Una cuenta a la vista conjunta para los gastos comunes: la hipoteca y otros préstamos de ambos, luz, agua, comunidad, comida… Puede ser conveniente que cada miembro de la pareja tenga una tarjeta de débito y una tarjeta de crédito para sacar dinero y para pagar los gastos no domiciliados (como por ejemplo la comida). Pero es muy importante ponerse de acuerdo de antemano sobre qué gastos se consideran comunes y no utilizar estas tarjetas para compras personales. También conviene comentar y llegar a un acuerdo antes de utilizar la tarjeta para cualquier adquisición importante.
Una cuenta de ahorro remunerada conjunta para el dinero destinado al fondo de emergencia. Este fondo tiene como objetivos cubrir gastos extraordinarios y servir de colchón de seguridad en caso de pérdida temporal de ingresos. Conviene mantenerlo en una cuenta distinta a la utilizada para pagar los gastos normales. No hay que retirar dinero de este fondo excepto en caso de emergencia y siempre de mutuo acuerdo.
Inversiones a largo plazo a nombre de los dos para los objetivos comunes: la compra de una casa nueva, la educación de los niños, unas vacaciones importantes, la jubilación.
Por muy bien compenetrados que estén usted y su pareja, no siempre van a tener el mismo criterio de gasto. Es muy recomendable que cada uno disponga de su propia cuenta con dinero para sus caprichos personales.
OJO: Una cuenta separada no implica una falta de confianza en su pareja, ni tiene por qué ocultarse su existencia. Tener una cierta libertad para ahorrar o gastar el dinero propio a discreción puede evitar muchas discusiones.
Lo más importante es primero cumplir con las contribuciones necesarias para la cuenta en común y después destinar lo sobrante a las cuentas individuales.
La combinación de cuentas conjuntas y cuentas separadas es igualmente beneficiosa y aplicable a las parejas en las que uno de ellos no tiene ingresos propios. Dedicarse a las labores de casa y al cuidado de los niños es un trabajo tan importante (o más) que cualquier empleo fuera de casa y significa una aportación crucial a la familia. Sería una injusticia y el origen de mucho resentimiento si el miembro de la pareja que queda al cuidado del hogar tuviera que pedir dinero para cualquier gasto personal. Mantener una cuenta separada para cada cónyuge es una forma de reconocer y respetar las aportaciones de cada uno.
9. En caso de divorcio
Resolver los temas relacionados con el dinero constituye un aspecto esencial en caso de divorcio.
Poner fin a una relación afectiva es duro y no siempre se puede evitar ni prepararse para este sufrimiento emocional. Pero el divorcio también puede causar un sufrimiento económico igualmente devastador. Hay que tomar decisiones difíciles como dividir y repartir los bienes, las cuentas, los ahorros y las deudas, y siempre es más costoso mantener dos viviendas separadas y tener que afrontar los gastos de luz, teléfono, hipoteca o alquiler.
El divorcio siempre será menos gravoso y con menos trámites si se hace de mutuo acuerdo entre los cónyuges que si es por vía judicial. En caso de divorcio contencioso, cada cónyuge ha de tener su propio abogado y procurador y los gastos legales de un proceso alargado pueden dispararse. Si es de mutuo acuerdo, también hace falta un abogado y procurador, pero estos pueden ser compartidos entre los dos y el proceso es mucho más corto.
El reparto de bienes dependerá en gran parte del régimen económico del matrimonio. Se detalla este reparto, junto con otras condiciones como la custodia de los hijos y otros acuerdos en un contrato denominado convenio regulador.
La adjudicación y/o utilización de la vivienda habitual dependerá de varios factores: si se trata de un bien privativo o ganancial, si hay hijos menores, si está pagada o hipotecada, y si hay acuerdo entre los cónyuges.
Normalmente, uno de los cónyuges tiene que abandonar la vivienda. En ocasiones ambos mantienen la propiedad y se reparten el coste de la hipoteca (con su correspondiente derecho a deducción), aunque sólo uno tiene derecho a vivir en la casa.
En otros casos, siempre que la vivienda sea un bien ganancial, uno de los cónyuges compra el 50% propiedad del consorte, cambiando la titularidad en el Registro. Si ninguno de los dos tiene posibilidad de comprar la parte proporcional del otro puede ser necesario vender la casa, con o sin hipoteca, y repartir el dinero de la venta.
Hay que tener en cuenta que, incluso cuando la vivienda sea privativa de un cónyuge, el juez podría adjudicar su utilización al otro si este último tiene custodia de los hijos o si se considera que necesita de mayor protección económica. No obstante, la vivienda seguiría siendo propiedad del primero.
La realidad es que, a pesar de las medidas judiciales, el divorcio normalmente tiene un efecto económico muy negativo para uno o para los dos cónyuges. Una buena gestión económica significa aumentar los ingresos y disminuir los gastos, pero un divorcio suele producir todo lo contrario: disminuyen los ingresos y aumentan los gastos.
Hay que prepararse un nuevo presupuesto post-divorcio, basado en los ingresos individuales (incluyendo pensiones) y gastos. En la mayoría de los casos hará falta ajustar su estilo de vida y reducir gastos discrecionales. No intente vivir como antes o más allá de sus posibilidades por medio de préstamos o tarjetas de crédito. Esto sólo empeoraría la situación.
La comunicación abierta es fundamental para una relación de pareja feliz, e incluye poder hablar de "cosas de dinero". ¿Es usted compatible con su pareja, desde el punto de vista financiero?
La clave de éxito para cualquier relación es la comunicación abierta y honesta y el respeto mutuo. Por desgracia, muchas parejas evitan hablar francamente de “cosas de dinero” porque les parece que implica una falta de afecto. Pero tengan en cuenta que los problemas económicos están entre las principales causas de separación y divorcio.
2. Antes de dar el paso.
La vida en pareja normalmente obliga a un reajuste de la economía doméstica. Por eso conviene determinar desde el principio qué prioridad van a tener los objetivos financieros comunes. Si se van a casar, ¿qué presupuesto tendrá la boda? ¿Cómo van a financiarla?. Es importante ponerse de acuerdo sobre objetivos financieros comunes
Una pareja formada por dos personas de distintos gustos, religiones o ideas políticas puede ser feliz. Los opuestos se atraen. Pero conviene ser conscientes de estas diferencias antes de comprometerse, para dar el gran paso con conocimiento de causa. De la misma forma, es necesario conocer las actitudes de su pareja en cuestiones de dinero y sus objetivos a corto, medio y largo plazo.
No tienen necesariamente que coincidir todas sus filosofías económicas, pero si se descubre más adelante que uno de los miembros de la pareja desea comprar una casa y formar familia cuanto antes, mientras que el sueño del otro es ahorrar para poder dar la vuelta al mundo, alguien se va a llevar un disgusto. Las cosas serán más fáciles si se decide, como pareja, qué prioridad van a tener ciertos objetivos comunes, como los que se listan a continuación, y se llega a un acuerdo sobre cómo planificar el ahorro e inversión para conseguirlos.
- La adquisición o rehabilitación de una vivienda
- El fondo de emergencia
- La compra de coche
- Tener familia
- Empezar un negocio
- Volver a los estudios o continuarlos
- La jubilación
- El cuidado de parientes mayores
Esto es especialmente importante para aquellas personas que llevan tiempo trabajando y administrando sus finanzas de forma independiente antes de iniciar una vida en común. Les puede costar más adaptarse a la idea de sacrificar objetivos personales por objetivos comunes.
Establecer y priorizar en pareja los objetivos financieros les dará una visión del estilo de vida que van a llevar. Dentro de lo posible, procuren cuantificar cada objetivo. Por ejemplo, si quieren comprar una casa dentro de cinco años, calculen cuánto habrá que ahorrar cada mes para pagar la entrada y decidan dónde se va a depositar ese dinero.
3. Las capitulaciones matrimoniales
El regimen económico del matrimonio regula los derechos y obligaciones de cada uno de los cónyuges en relación con los bienes de que dispone la pareja. Porque aunque pueda parecer poco romántico, el matrimonio supone un nuevo contrato económico legal con consecuencias judiciales. Se entiende por régimen económico matrimonial el conjunto de normas legales que delimitan los intereses, derechos y obligaciones monetarios de los cónyuges.
En el régimen de gananciales, todas las ganancias y beneficios obtenidos por cualquiera de los cónyuges, pasan a formar parte de un fondo o sociedad común, propiedad de ambos por partes iguales. Este fondo deber ser administrado conjuntamente y en igualdad por los dos y servir para hacer frente a todos los gastos familiares. Hace falta el consentimiento de ambos cónyuges para vender bienes gananciales, pero también para gestionar y administrarlos. Esto incluye las inversiones y cuentas bancarias, aunque se permite que uno de los cónyuges realice gastos urgentes o de necesidad. Es importante tener en cuenta que las deudas contraídas por un miembro de la pareja serán responsabilidad de los dos, aún en el caso de poseer cuentas separadas.
No obstante, pueden coexistir, y es muy frecuente que así sea, en un mismo matrimonio, bienes gananciales con otros bienes privativos de cada cónyuge. Tienen este carácter privativo, básicamente, los bienes adquiridos por cada uno antes de contraer matrimonio y los adquiridos después a título gratuito (herencia o donación). También son privativos los bienes adquiridos durante el matrimonio en sustitución de otros que tuvieran el mismo carácter.
Conviene que cada miembro de la pareja conozca las implicaciones de cada régimen económico y se deje asesorar antes de pactar las capitulaciones matrimoniales. Como en tantos otros aspectos de la vida en pareja, la comunicación es clave.
4. Vida en común: cómo organizar las cuentas de casa.
Aunque se trata de una responsabilidad conjunta, conviene determinar quién y cómo se va a ocupar del día a día de las finanzas de la pareja.
Normalmente las parejas reparten las labores domésticas de alguna manera, explícita o implícitamente (aunque, por desgracia, no siempre de forma equitativa). De la misma forma que deciden quién se ocupa de hacer la comida, ir de compras y sacar la basura, se puede llegar a un acuerdo sobre quién se ocupa del seguimiento de las inversiones o de revisar las cuentas bancarias, hacer las transferencias, pagar las facturas, etc.
Igual que para las otras obligaciones domésticas, estos roles no tienen por qué ser exclusivos de nadie ni repartidos de una forma concreta. No conviene que sean responsabilidad de uno solo. Aunque uno de los dos sea más “experto” o “experta” en temas financieros, la otra persona debe, como mínimo, estar al corriente de la situación económica y comprender las consecuencias de las decisiones que se toman. Lo importante es acordar, por lo menos a grandes rasgos, cómo se va a manejar el dinero en la nueva vida en común y poner en práctica algún sistema para asegurarse el cumplimiento de tareas importantes, como por ejemplo cerciorarse de que existe suficiente saldo en las cuentas para atender los recibos domiciliados.
Las parejas no casadas deben evaluar la conveniencia de disponer, además, de poderes para actuar uno en nombre del otro en caso de incapacidad temporal.
Con un poco de suerte, los dos ya tienen experiencia gestionando un presupuesto personal de forma individual. Si no es así, es el momento de empezar. Consulten juntos el bloque “Cómo llegar a fin de mes”. Ese presupuesto personal ahora se convierte en presupuesto familiar. Hace falta revisar ingresos y obligaciones comunes y establecer, entre los dos, un nuevo plan de gastos y una nueva estrategia de ahorro.
Recuerden las reglas básicas:
- Siempre, siempre, siempre gastar menos de lo que se ingresa
- Dedicar un esfuerzo extra a rebajar o eliminar deudas, sobre todo las de alto interés que no dan derecho a beneficios fiscales.
- En cuanto estén las deudas bajo control, convertir el ahorro en parte de sus vidas. Destinen siempre un porcentaje de sus ingresos al ahorro-inversión todos los meses:
1. A un fondo de emergencias para cubrir imprevistos
2. A los otros objetivos financieros a corto y largo plazo
Nunca es pronto para empezar a planificar la jubilación. Sea cual sea su edad, debe figurar entre sus objetivos prioritarios.
5. Necesidades de financiación
El endeudamiento puede ser necesario cuando se trata de abordar objetivos financieros particularmente importantes; seleccionen con atención en qué casos merece la pena recurrir al crédito.
Al repasar su lista de objetivos, no caiga en la tentación de conseguirlos por la vía rápida mediante préstamos o créditos. El endeudamiento es el enemigo número uno de la consecución de objetivos financieros y de la seguridad económica.
Como excepción, la financiación ajena sí puede ser recomendable, en caso de necesidad, para los siguientes conceptos, que pueden considerarse inversiones:
- Adquirir una vivienda, mediante un préstamo hipotecario con deducciones fiscales.
- Adquirir otros inmuebles como inversión, también mediante préstamo hipotecario, pero sin derecho a deducción. Hay que hacer bien las cuentas, consultar el presupuesto y conocer el mercado inmobiliario de la zona.
- Realizar reformas en la vivienda que la revaloricen. Las reformas que más incrementan su valor son mejoras en los cuartos de baño y cocina. Muchas parejas jóvenes se endeudan más de la cuenta con la ilusión de arreglar su primera casa. No todas las reformas, sin embargo, redundan en una revalorización, y a no ser que piensan quedarse toda la vida en la misma casa puede no merecer la pena. El precio de mercado tiene mucho que ver con su ubicación (ciudad, barrio y calle). Será muy difícil vender la casa en el futuro a un precio superior en un 15-20% que el de las viviendas del entorno con tamaños parecidos, por mucho dinero que gasten en reformas.
- Empezar un negocio, comprar maquinaria y otros inmovilizados para expandir un negocio o invertir en el negocio de otros. Esto normalmente se hace mediante préstamos personales y líneas de crédito. Existen préstamos específicos con condiciones especiales para este tipo de inversión, como los del Plan Avanza 2, y líneas de apoyo a la empresa del Instituto de Crédito Oficial (ICO).
- La educación, tanto la suya, la de su pareja y la de sus hijos. Puede que se trate de la mejor inversión que existe. Las entidades de crédito ofrecen préstamos específicos para financiar los estudios. Suelen tener un tipo de interés sensiblemente inferior a otros préstamos de consumo.
- En cuanto al coche, no es que sea una inversión, ya que pierde valor en cuanto se compra, pero sí es una necesidad que normalmente requiere financiación ajena. (Dedicamos una sección entera a la adquisición de vehículos).
Todo lo demás (muebles, electrodomésticos, viajes) se consideran bienes y servicios de consumo y se normalmente se financian con préstamos personales o créditos de consumo, aunque para ciertas adquisiciones algunos comercios ofrecen aplazamientos de pagos sin intereses.
Antes de contratar un préstamo personal es importantísimo calcular bien la cuota a pagar y asegurarse de que encaja en su presupuesto sin causar dificultades. Siempre que sea posible, intente ahorrar para estas adquisiciones en vez de utilizar crédito.
6. Oportunidades de ahorro e inversión
Las circunstancias económicas de una nueva pareja pueden ser muy variadas. En ocasiones ya se parte con un cierto respaldo financiero por una o las dos partes, por lo que pueden plantearse nuevas opciones para el ahorro y la inversión.
El inicio de la vida en común es una etapa marcada por una capacidad de ahorro muy ajustada o incluso negativa. Hoy no es necesariamente así. Las personas se casan más tarde, por lo que suelen llevar unos años trabajando. Muchos llevan varios años cobrando un sueldo, pero sin salir de casa de los padres, y han aprovechado para acumular unos ahorros. Otras parejas llevan tiempo viviendo juntas y ya tienen los muebles y la casa equipada. Algunos incluso poseen en propiedad su residencia (aunque con hipoteca) cuando llega el enlace. Y la mayoría cuenta con dos salarios.
En esta etapa de la vida debe ser prioritario el ahorro y la inversión. Sea cual sea su situación, el ahorro ha de figurar en su presupuesto familiar, siempre dentro de sus posibilidades. Ya hemos repetido (y seguiremos repitiendo) que hay que adquirir el hábito de tratar el ahorro como otra obligación fija más, todos los meses. Y recuerden que ahora puede parecer difícil, pero lo será infinitamente más cuando lleguen los hijos. Mejor, aproveche este momento.
La capacidad de ahorro está directamente ligada a la reducción de las deudas. Cuando elimine una, procure siempre destinar ese dinero al ahorro. Así consigue un efecto doble. En vez de trabajar usted para pagar intereses al banco, su dinero estará trabajando, generando intereses a su favor.
Veamos brevemente distintas modalidades de ahorro-inversión. No se trata de una clasificación técnica ni oficial, pero puede ser tan válida como otra.
Ahorro reserva: Este ahorro es su primera línea de liquidez. Es decir, dinero disponible para el día a día, para los imprevistos y para los objetivos a corto y medio plazo.
Debe figurar entre sus objetivos acumular un fondo de emergencia suficiente para cubrir entre tres y seis meses de gastos. Tratándose de una cantidad importante que sólo hay que tocar en caso de apuro, es de sentido común colocar este fondo en una cuenta remunerada, fondo monetario u otro producto que permita sacar un poco de rentabilidad sin perder liquidez.
Ahorro finalista con productos específicos: La cuenta vivienda es un producto con el fin específico de ahorrar la entrada para poder comprar la primera vivienda habitual. Comentamos con más detalle este producto en la sección “Comprando una casa”.
Algunos matrimonios empiezan a ahorrar para pagar los estudios de sus hijos antes de que estos nazcan para aprovechar los intereses compuestos y el factor tiempo. Hay varios productos de ahorro-estudios en el mercado diseñados para este fin específico. Pueden tomar forma de depósito, de seguro o de fondo de inversión.
Otro ahorro finalista a largo plazo: Para conseguir otros objetivos a largo plazo, suele ser recomendable combinar depósitos bancarios y otros productos seguros con inversiones que tengan rentabilidades potenciales más altas, como bonos, acciones o fondos de inversión. En general, cuantos más años tiene para invertir, más riesgo puede correr, porque tendrá más posibilidad para aguantar períodos bajistas y para recuperar posibles pérdidas.
Ahorro previsión: Ahorrar para la jubilación debe figurar entre los objetivos financieros de todo el mundo, sea cual sea su edad. Cuanto antes se empiece, mejor. Dedicamos una sección entera a estrategias y productos para planificar la jubilación.
7. Nuevas responsabilidades: Los seguros
El inicio de una vida en común puede implicar muchos cambios: nueva vivienda, otras personas por las que preocuparse... Revise sus pólizas de seguro para asegurarse de que las coberturas se corresponden con sus actuales circunstancias.
La vida en pareja implica el compromiso mutuo de cuidar el uno del otro. Acumular un fondo de emergencia es fundamental para afrontar gastos imprevistos y resulta imprescindible en caso de una pérdida temporal de ingresos. Pero ahora tiene la responsabilidad de proteger económicamente a su pareja contra posibles acontecimientos catastróficos. La cobertura adecuada de este tipo de avatares sólo es posible mediante contratos de seguros.
Puede que las pólizas de seguros suscritas antes de vivir en pareja ya no cubran sus necesidades actuales. Puede que antes no tuviera un seguro de vida, pero ahora existe una interdependencia financiera, al margen de la situación legal de la pareja o del régimen económico que hayan elegido para el matrimonio. Piense en qué le pasaría al otro si uno de los dos falleciera, quedara incapacitado o padeciera una enfermedad grave y necesitara cuidados especializados. ¿Podría afrontar los gastos y seguir adelante? La tranquilidad de saber que tanto uno mismo como su pareja gozan de cierta seguridad económica en caso de imprevistos graves contribuye a reforzar la confianza y el respeto mutuos, tan importantes para una relación feliz, además de evitar muchas angustias y noches sin dormir.
Si ya tenían seguros de vida, revisen las coberturas y cerciórense de que figuran como beneficiarios las personas que realmente desea proteger. Lo mismo para los seguros de salud y accidentes, así como para los planes de pensiones y productos similares.
En cuanto al seguro de hogar, compruebe bien las coberturas y si se aplican tanto al continente (el edificio) como el contenido (muebles y otras posesiones personales). Piense en todas las coberturas que podría necesitar: daños por agua o incendio, robo, daños estéticos, asistencia en el hogar (reparaciones urgentes, etc.), responsabilidad civil, defensa jurídica, etc. Lo importante para los seguros es tener la cobertura adecuada: ni corta ni inadecuada por excesiva, con lo que se encarece innecesariamente.
8. Juntos pero no revueltos
Aunque se viva en pareja, y las principales decisiones financieras se orienten hacia el logro de objetivos comunes, siempre conviene mantener cierto espacio propio para las finanzas personales de cada uno.
Aunque haya optado por compartir su vida con otra persona, es recomendable que cada uno mantenga cierto grado de independencia para gestionar sus finanzas personales. Esto es aplicable sea cual sea el régimen económico elegido.
Una decisión a tomar es hasta qué punto unir o mantener separadas las cuentas bancarias. Un arreglo que puede dar buen resultado es distinguir entre "lo nuestro", "lo tuyo" y "lo mío".
Una cuenta a la vista conjunta para los gastos comunes: la hipoteca y otros préstamos de ambos, luz, agua, comunidad, comida… Puede ser conveniente que cada miembro de la pareja tenga una tarjeta de débito y una tarjeta de crédito para sacar dinero y para pagar los gastos no domiciliados (como por ejemplo la comida). Pero es muy importante ponerse de acuerdo de antemano sobre qué gastos se consideran comunes y no utilizar estas tarjetas para compras personales. También conviene comentar y llegar a un acuerdo antes de utilizar la tarjeta para cualquier adquisición importante.
Una cuenta de ahorro remunerada conjunta para el dinero destinado al fondo de emergencia. Este fondo tiene como objetivos cubrir gastos extraordinarios y servir de colchón de seguridad en caso de pérdida temporal de ingresos. Conviene mantenerlo en una cuenta distinta a la utilizada para pagar los gastos normales. No hay que retirar dinero de este fondo excepto en caso de emergencia y siempre de mutuo acuerdo.
Inversiones a largo plazo a nombre de los dos para los objetivos comunes: la compra de una casa nueva, la educación de los niños, unas vacaciones importantes, la jubilación.
Por muy bien compenetrados que estén usted y su pareja, no siempre van a tener el mismo criterio de gasto. Es muy recomendable que cada uno disponga de su propia cuenta con dinero para sus caprichos personales.
OJO: Una cuenta separada no implica una falta de confianza en su pareja, ni tiene por qué ocultarse su existencia. Tener una cierta libertad para ahorrar o gastar el dinero propio a discreción puede evitar muchas discusiones.
Lo más importante es primero cumplir con las contribuciones necesarias para la cuenta en común y después destinar lo sobrante a las cuentas individuales.
La combinación de cuentas conjuntas y cuentas separadas es igualmente beneficiosa y aplicable a las parejas en las que uno de ellos no tiene ingresos propios. Dedicarse a las labores de casa y al cuidado de los niños es un trabajo tan importante (o más) que cualquier empleo fuera de casa y significa una aportación crucial a la familia. Sería una injusticia y el origen de mucho resentimiento si el miembro de la pareja que queda al cuidado del hogar tuviera que pedir dinero para cualquier gasto personal. Mantener una cuenta separada para cada cónyuge es una forma de reconocer y respetar las aportaciones de cada uno.
9. En caso de divorcio
Resolver los temas relacionados con el dinero constituye un aspecto esencial en caso de divorcio.
Poner fin a una relación afectiva es duro y no siempre se puede evitar ni prepararse para este sufrimiento emocional. Pero el divorcio también puede causar un sufrimiento económico igualmente devastador. Hay que tomar decisiones difíciles como dividir y repartir los bienes, las cuentas, los ahorros y las deudas, y siempre es más costoso mantener dos viviendas separadas y tener que afrontar los gastos de luz, teléfono, hipoteca o alquiler.
El divorcio siempre será menos gravoso y con menos trámites si se hace de mutuo acuerdo entre los cónyuges que si es por vía judicial. En caso de divorcio contencioso, cada cónyuge ha de tener su propio abogado y procurador y los gastos legales de un proceso alargado pueden dispararse. Si es de mutuo acuerdo, también hace falta un abogado y procurador, pero estos pueden ser compartidos entre los dos y el proceso es mucho más corto.
El reparto de bienes dependerá en gran parte del régimen económico del matrimonio. Se detalla este reparto, junto con otras condiciones como la custodia de los hijos y otros acuerdos en un contrato denominado convenio regulador.
La adjudicación y/o utilización de la vivienda habitual dependerá de varios factores: si se trata de un bien privativo o ganancial, si hay hijos menores, si está pagada o hipotecada, y si hay acuerdo entre los cónyuges.
Normalmente, uno de los cónyuges tiene que abandonar la vivienda. En ocasiones ambos mantienen la propiedad y se reparten el coste de la hipoteca (con su correspondiente derecho a deducción), aunque sólo uno tiene derecho a vivir en la casa.
En otros casos, siempre que la vivienda sea un bien ganancial, uno de los cónyuges compra el 50% propiedad del consorte, cambiando la titularidad en el Registro. Si ninguno de los dos tiene posibilidad de comprar la parte proporcional del otro puede ser necesario vender la casa, con o sin hipoteca, y repartir el dinero de la venta.
Hay que tener en cuenta que, incluso cuando la vivienda sea privativa de un cónyuge, el juez podría adjudicar su utilización al otro si este último tiene custodia de los hijos o si se considera que necesita de mayor protección económica. No obstante, la vivienda seguiría siendo propiedad del primero.
La realidad es que, a pesar de las medidas judiciales, el divorcio normalmente tiene un efecto económico muy negativo para uno o para los dos cónyuges. Una buena gestión económica significa aumentar los ingresos y disminuir los gastos, pero un divorcio suele producir todo lo contrario: disminuyen los ingresos y aumentan los gastos.
Hay que prepararse un nuevo presupuesto post-divorcio, basado en los ingresos individuales (incluyendo pensiones) y gastos. En la mayoría de los casos hará falta ajustar su estilo de vida y reducir gastos discrecionales. No intente vivir como antes o más allá de sus posibilidades por medio de préstamos o tarjetas de crédito. Esto sólo empeoraría la situación.